Si notas un chipote en tu llanta mientras conduces, reduce la velocidad gradualmente y busca un lugar seguro para detenerte. No continúes conduciendo con la llanta dañada, ya que esto podría agravar el problema.

Una vez detenido, inspecciona visualmente la llanta afectada. Busca el chipote y verifica si hay otros daños evidentes, como cortes o protuberancias adicionales. Examina también la banda de rodadura y los flancos en busca de objetos incrustados.

Utiliza un medidor de presión para verificar la presión de la llanta afectada. Un chipote puede afectar la presión del neumático, y es crucial asegurarse de que esté inflado adecuadamente para evitar daños adicionales.

Si el chipote es significativo, evita conducir con la llanta dañada. Conducir con un chipote puede generar más problemas y poner en riesgo tu seguridad y la de otros en la carretera.

Lleva tu vehículo a un taller mecánico para que un profesional evalúe el estado de la llanta. Puede ser necesario desmontar la llanta para una inspección más detallada.

Dependiendo de la magnitud del chipote, el técnico te asesorará sobre la posibilidad de reparar la llanta o si es necesario reemplazarla. Algunos chipotes pueden ser reparados, pero es esencial seguir las recomendaciones del profesional.

Adopta prácticas de mantenimiento preventivo, como rotación y alineación de llantas, para minimizar el riesgo de problemas similares en el futuro.

Practica la conducción consciente y evita obstáculos en la carretera. Mantén una distancia segura de otros vehículos y reduce la velocidad en condiciones adversas para proteger tus llantas.